
Una mente ignara, retrograda y obsoleta podría decir, eres un año más viejo.
Pues no, soy muchos años más joven.
He tenido que recuperar cuentos de la infancia, he tenido que volver practicar la pintura, que bien manejaba en mi juventud, he tenido que recuperar juegos cuasi olvidados de la infancia, a reaprender a saltar a la cuerda, a dar volteretas sobre la alfombra, a jugar sobre la cama, como cuando niño con mi padre.
En fin, en definitiva he tenido que regresa a mi infancia, ser niño.
Para poder ser feliz con mi nieto que nació el año pasado, y de igual manera que con la gente mayor hay que ser educadamente tolerante, y comprensiva, con los niños hay que ser niños, hay que estar a la altura de las circunstancias.
Me siento muy feliz de haber conocido gente nueva, entre ellos o ellas alguna firme amistad, cotidiana, he consolidado otras amistades, donde la distancia o el tiempo no la merma.
Es muy satisfactorio, conservar viejas amistades de antaño, somos felices.
Alguien podría preguntar y no has perdido alguna amistad en el camino.
No, ya que para perder algo, primero hay que tenerlo y lo que no se tiene no se pierde.
A través de mis epístolas, he recuperado amistades del bachiller, el tiempo ha sido como la levadura, conservado amistades en la distancia.
Lejos de las fronteras de mi parroquia, he cultivado nuevas amistades, me hago presente, con algún presente, valga la redundancia.
Un buen amigo no espera que le pidan, es como la sangre a la herida, acude a ella, raudo, veloz, sin ser llamada.
A las nuevas personas que he conocido, le doy las gracias por sus enseñanzas, que valoro y gozo, gracias por hacerme la vida más feliz.
Foto- MD III y MD V