Pedro Sánchez vuelve a ser presidente del gobierno y tengo que reconocer el enorme mérito que
tiene el tío: una vez más sale airoso de una situación límite inédita en la historia política de este estado.
Vaya por delante que no soy simpatizante del Psoe, lo juro, pero me admira y me divierte a partes iguales
el ingenio, la adaptación y la audacia de esta suerte de Odiseo de la sección de caballeros del Corte Inglés,
y su capacidad para rehacerse frente a las adversidades: salió victorioso de la enorme crisis de su partido
cuando toda la vieja guardia se lo quería cargar; consiguió también salir triunfante de la primera moción
de censura que funciona en democracia (aunque con una organización criminal enfrente tampoco es tan
meritorio); fue capaz de sacar adelante el primer gobierno en coalición junto a Unidas Podemos con
pandemia y guerras incluídas (sobre todo en el propio gobierno) y ahora, cuando todo el mundo
pronosticaba la muerte política del antiguo pívot de Estudiantes, se saca de la chistera un adelanto de
elecciones después del batacazo en las municipales, supuesta antesala del tanatorio, y tiene el cuajo de
salir airoso de nuevo. Airoso, reforzado y partiéndose de risa en la cara de sus adversarios, abusando
incluso de la torpeza de alguno.
Cierto es que delante había un rival incapaz; tal vez numeroso, si, pero profundamente incapaz para
enfrentarse a cualquier debate que vaya una pizca mas allá de rasgarse las vestiduras rojigualdas. La
mayor parte de la derecha española se ha unido a las filas del Trumpismo de un modo tan salvaje que han
sido incluso más papistas que el papa. Y si algo une a todo el espectro político de este país, que no milite
en el sector más conservador, es el miedo y asco al fascismo.
Feijoo ha resultado ser el “parecía que sí” del centro derecha; han bastado unos pocos meses para que
Ayuso y la maquinaria más reaccionaria de la capital fagocitaran su aparentemente indestructible aura de
moderado llevándolo así al lado oscuro. Ni los vascos y catalanes más derechistas se han visto capaces de
llegar a entenderse con quien pacta sin recato alguno con Vox, a pesar de las suculentas ofertas que les han
hecho (incluso un ministerio, cuentan por ahí).
Normal, pues lo que está perpetrando Vox es de traca. Han copiado al dedillo las técnicas de Trump y
Bolsonaro; las de Goebbels y de muchos otros antes (aunque este último las sublimó) de mentir y
calumniar con todo el descaro. Soltar bulos constante y concienzudamente, por tierra, mar y aire. Bulos de
naranja y de limón. Mentir con vehemencia a todas horas repitiendo el latiguillo o el mantra que sea
necesario para que se propague por las redes como la pólvora y llegue así a su vez a una prensa que, salvo
mínimas y honrosas excepciones, ni se molesta en corroborar esas falacias; por no existir ya ni existe la fe
de erratas (seguramente porque no son tal cosa). Incluso Abascal se ha traído a Madrid a un célebre
periodista de Fox News condenado en firme en su país por mentir y falsear información. Y créanme que
les funciona: en cualquier barra de bar o en cualquier cola de supermercado podemos escuchar estas
falacias a los dos o tres días de haber sido pergeñadas y transmitidas a sus peones y mercenarios de
internet. No importa nada que alguien con criterio, sea de la doctrina que sea, intente dar luz a los hechos;
para muchos los hechos son un click o unas letras en negrita y que muera la inteligencia traidora, como
dijo Millán Astray a Unamuno.
Han reavivado de este modo las llamas de un pasado vergonzoso pero muy vivo; quienes antes se
ruborizaban en reconocerse nostálgicos del régimen ahora se envalentonan; los que otrora se
avergonzaban por no leer un libro ahora se vanaglorian de ello; los que guardaban las banderas del pollo
en viejos armarios apolillados con olor a naftalina, ahora las sacan a pasear por Gran Vía. Y algunos de
sus portadores eran auténticos freaks dignos de un espacio propio en algún espectáculo de variedades.
Y conste que no estoy yo especialmente contento con esta ley de amnistía, y no por lo de poner unas
urnas en colegios. Quien suscribe cree que lo de las urnas fue una puesta en escena un tanto pueril incluso,
¿o es que acaso alguien cree que si el gobierno catalán hubiera proclamado la independencia algún
organismo del mundo les habría hecho caso? Pues claro que no. Por eso recogieron cable, ¿que otra cosa
podían hacer? Lo que ocurre es que el gobierno del PP estaba en ese momento tan hasta el cuello de
porquería corrupta que amplificó el problema cuanto pudo; lo avivó con antidistúrbios; corrompió a buena
parte una opinión pública con odio e inquina y de este modo M.Rajoy y compañía se fueron de rositas
como si nada, al menos hasta el día de hoy.
Lo que de verdad me molesta de esta ley de amnistía es que algún chorizo burgués se libre de haber
robado dinero público sólo por la imperiosa necesidad de no tener dirigiendo este estado durante cuatro
años a la caterva más ultra, reaccionaria y peligrosa de todo el continente europeo.
Ahora sí, ya puestos a jugar duro yo de Sánchez, ya que está en racha, les daba el referéndum mañana
mismo y a votar se ha dicho. A ver que pasa. Yo no tengo duda alguna de la recogida de cable
nacionalista; si lo recogió Escocia…
En fin, en lo que a este Sospechoso respecta, Amnistía o Barbarie. Y suspiremos.