Ambos políticos tienen bien merecido el calificativo de parlanchines por su locuacidad y la semana pasada tuvieron dos intervenciones poco afortunadas. La primera la protagonizó el presidente de Cantabria, Miguel A. Revilla, que dijo haber recibido una llamada a las 7,30 de la mañana “cuando me estaba afeitando” de la delegada del Gobierno “avisándome del registro inminente de la Consejería de Obras Públicas” y ordenó al Consejero que fuera para el despacho para seguir de cerca el cacheo.
Como consecuencia, dimitieron el Consejero Gochicoa y dos altos cargos, dimisiones que Revilla lamenta porque cree en su inocencia, pero les faltó el control del jefe de Carreteras que está en prisión, presuntamente, por haber recibido dinero de empresas a cambio de adjudicaciones.
Una pregunta inocente: ¿es normal que la delegada del Gobierno utilice su información privilegiada para avisar de una operación policial poniendo en riesgo el trabajo de los Policías para descubrir una trama corrupta?. Juzguen ustedes.
La segunda noticia llega de Osuna (Sevilla) donde el “pensamiento profundo” de la ministra de Hacienda sentenció que las pensiones son “el salario mejor repartido que pueden tener las familias. Los abuelos y las abuelas no quieren las pensiones para ellos”, dijo la señora Montero. “Son ayudas al pago de la luz del hijo que no puede pagarla, es la ayuda para ir al supermercado a comprar las cinco cosas que no puede comprar la hija, es la ayuda que le dan a los jóvenes nuestros abuelos y abuelas para que puedan salir los fines de semana o se pueden comprar las zapatillas de deporte”, añadió.
Reiteró que las pensiones complementan la economía de muchas familias, “además de ser de justicia para todos aquellos que levantaron este país y que hay que reconocerles una vejez tranquila, sin sobresaltos”.
Tiene razón la ministra. La generosidad de los pensionistas amortiguó los efectos de esta y anteriores crisis. Pero lo que acaba de decir es una enmienda a la totalidad de la política económica de su gobierno cuyo discurso oficial es que España es el país que más crece, el que tiene la inflación más baja, el que implantó políticas sociales que son el asombro del mundo… Y resulta que las pensiones sirven para sostener una sociedad cada vez más pobre y desigual. Sus palabras molestaron a los conmilitones de su partido, a los socios de Gobierno y a los propios pensionistas. Dice una leyenda urbana que Manolete estaba descansando una tarde en el Hotel Palace y, como llevaba largo tiempo callado, su mozo de espadas que le acompañaba quiso romper tan largo silencio y le dijo “maestro, ¡qué bien se está callado!”, y el diestro respondió “mejor se está sin decir ná”. Pues eso, ministra.