Dijo tía Lola que a mamá se la llevo dios, porque era un ángel y la quería a su lado.
No entiendo yo a ese buen dios egoísta que le roba la madre a una niña, para tenerla él.
Algunas veces la gente echa bondades o faltas a seres ficticios, cuando crezcas ya lo entenderás.
Ahora toca la misión de ser padre y madre al mismo tiempo, difícil ejercicio, pero es lo que hay.
Habrá que ser duro con las notas de la escuela, pero no mucho, habrá que justificar y ser compasivo.
Gran dualidad, por una parte, el padre es serio y duro, luego como madre tendré que ser cariñoso y comprensivo.
A las noches, por cansado que yo este, tendré que leerle el cuento que ayer no hemos finalizado, arroparla, el beso de felices sueños, como hacia mama.
El desayuno, acordar del santo Job, y despertarla con suficiente tiempo.
Dejarla jugar en el baño con espuma hasta que al agua salga por la puerta.
A todo esto, la madre le permitía todo eso, No en absoluto, pero ella no esta aquí, y yo no puedo ser el malo, tengo que evitar que la eche en falta, para evitarle dolor.
A veces pide que le cuente cosas que caso no recuerda, los cuentos, las historias nuestras, hay días que le hacen feliz, otros días los mismos recuerdos le entristecen.
Le permito la guerra de almohadas, le hago el caballito, luego la tiro, y le enseño a aceptar, algunas veces el no, no se puede, no se puede tener todo.
Le enseño la duración de los tiempos.
En la huerta, volvemos a mirar la rosa blanca, como se va marchitando, para que sepa, que aquí nada es eterno, todo tiene principio y fin, y entre ello tenemos la obligación de vivirlo, de ser felices.
Y surgen preguntas de inocente niña, difícil de responder.
En el parque la vigilo desde la oculta distancia, para que juegue con los amiguitos en libre compañía.
Pasa el tiempo y en pequeñas labores caseras es mi colega, le gusta ayudar.
Juego de malvares, ser padre y madre al mismo tiempo, cierto que ella me enseño a ser una buena madre.
Rebobino la memoria, sueño, y aprovecho el instante para ser feliz.