La plataforma Preply, dedicada al aprendizaje de idiomas, ha elaborado un estudio para determinar qué ciudad de España es la más maleducada o la más educada. Para ello ha preguntado a más de 1567 residentes de 19 territorios de todo el país sobre si hablan alto en público, respetan el espacio personal, mantienen cierta distancia física, respetan las colas, usan demasiado el teléfono delante de otras personas, o si agradecen y saludan al entrar en lugares públicos. En base a las respuestas, se ha concluido que Vigo es la ciudad más educada y Santa Cruz de Tenerife la menos.
Francamente me parece difícil evaluar una cuestión tan subjetiva como la buena o mala educación, pero esto me da pie para plantear algunas reflexiones sobre la importancia de establecer una alianza fuerte entre educación y desarrollo urbano.
Dado que el proceso educativo no depende sólo de las interacciones que se producen en el aula, sino también de las que se dan en la ciudad, el urbanismo y la educación parecen estar fuertemente relacionados, cruzándose y entrecruzándose constantemente. No hay un urbanismo mejor sin educación mejor. Incluso diría que no sólo se entrecruzan, son partes simbióticas de las políticas urbanas. La urbanización del mundo sólo será mejor si educa a ciudadanos que construyan y habiten ciudades mejores.
En este contexto surge el concepto de “ciudad educadora”, un proyecto que pretende convertir el espacio público en una escuela. Sus precedentes se remontan a la “paideia” de las ciudades-Estado griegas.
El deseo de convertir la educación en uno de los elementos clave para el desarrollo de la ciudad, pasa por contar con un Proyecto Educativo enmarcado en el proyecto global de la ciudad como un eje transversal. Éste recogerá los sueños y aspiraciones de la ciudadanía, como punto de partida de los desafíos y oportunidades que presenta el contexto local.
Varios son los ejes sobre los que tiene que pivotar ese Proyecto Educativo, pero cabría destacar: la planificación urbana, especialmente en lo relativo a la movilidad y la gobernanza municipal.
La movilidad, los sistemas de transportes y los criterios de diseño de las ciudades, son esenciales para un mejor uso del espacio de la calle, poniendo de relieve la prioridad del peatón sobre los vehículos y sus servidumbres. El espacio público debe ser más silencioso, más lento, más seguro, más humano. Ello requiere criterios de diseño nuevos, pues es un espacio limitado y finito.
La buena gobernanza, junto con la transparencia democrática, es ofrecida como alternativa para proporcionar a sus ciudadanos mejores niveles de vida, superando el urbanismo cerrado, opaco y poco edificante.
Conseguir que la educación sean el principal motor del desarrollo humano, social y económico de la ciudad, pasa por poner a sus habitantes y su desarrollo en el centro de sus políticas, y por crear alianzas entre todos los sectores implicados: asociaciones, instituciones, empresas y ciudadanos. Sólo con un gran esfuerzo colectivo se podrán garantizar derechos y oportunidades para todos, eliminando desigualdades, promoviendo un desarrollo sostenible y creando espacios de convivencia donde la diversidad cultural y social enriquezca a todas y cada una de las personas, independientemente de las dificultades que presentan.
