El Gobierno socialista llegó a un acuerdo con los independentistas de ERC
para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat porque supone
un triunfo, por lo menos, para las escasas victorias electorales de Pedro
Sánchez en los último años. La contrapartida para lograr esta investidura es
ofrecer un sistema económico catalán al estilo del denominado Cupo Vasco. Tal
oferta o intento de cesión ha provocado una auténtica tormenta en varis
ejecutivas del PSOE
Y no es para menos. Hasta hace una semana, la vicepresidenta y responsable
de Hacienda, negaba la posibilidad de que pudiese hablarse siquiera de un
concierto económico para Cataluña. Era una línea roja que no se podía
traspasar. Era imposible. Era un bulo de la derecha que pretendía desprestigiar
al Gobierno. Otros dirigentes socialistas decían lo mismo, pensaban lo mismo y
estaban convencidos de lo mismo. Va contra los principios más elementales del
socialismo que pretenden eliminar privilegios a las personas, instituciones o
una parte del país.
En ese convencimiento estaban hasta que Pedro Sánchez dijo que eso era
muy bueno para Cataluña, para el país, para investir a Salvador Illa como
honorable presidente y para hacer de España un Estado federal. A partir de
ese momento, muchos dirigentes socialistas comenzaron a afirmar que el
concierto económico era muy bueno para España y para Cataluña. Tal
transformación suponía un quiebro mental en los planteamientos de los
militantes, dirigentes e ideólogos socialistas. Ya lo habían sufrido con la Ley de
la Amnistía. Estaban convencidos de que el Gobierno no iba a promover una
amnistía para los políticos catalanes separatistas. Los comentaristas en
tertulias y artículos de prensa afirmaban que se trataba de una desinformación
promovida por la derecha, que eso no era propio del PSOE. Hasta que la
aprobaron. Fue un primer golpe muy difícil de digerir, pero hubo deglución de la
amnistía.
Ahora, el concierto económico para Cataluña a cambio de los apoyos de ERC
ya se hace difícil de tragar. Por eso se producen reacciones de desconcierto –
nunca mejor dicho- y comienzan las críticas abiertas desde las filas socialistas.
No puede aprobarse algo así, dicen los pocos barones que quedan en el
PSOE. Es necesario debatir esto en los órganos políticos del partido porque
afecta a principios fundamentales, dicen otros. Es una falta de solidaridad con
la provincias más desfavorecidas, aseguran los presidentes socialista de
Comunidades Autónomas. Es un fenómeno que se acaba de desatar y no se
sabe hasta donde puede llegar. Es cierto que experiencias anteriores
demuestran que las protestas no llegan a nada, que las manifestaciones de
contrariedad con las decisiones del presidente del Gobierno desde filas
socialistas nunca han llegado a tener consecuencias y se han apagado con la
misma rapidez que se encendían. Pero también es cierto que una persona
normal, militante socialista, no puede mantenerse constantemente en esta
quiebra de los principios considerados fundamentales en el socialismo.
En todo caso, es bueno recordar los grandes principios de Rebelión en la
Granja, donde todos los plnagteamientos fundamentales del nuevo régimen
fueron modificándose, y contradiciéndose, según las necesidades del grupo
dirigente.
Todos los compromisos de la negociación del Gobierno con ERC pueden
quedar en nada, pero el principio de igualdad y solidaridad socialista ya ha sido
prostituido una vez más por el marido de Begoña Gómez.