El día que yo me muera me marcharé sin marchar, si tú quieres.
Plante ese naranjo, hace años, muchos años, pensando en ti, ahora son tus naranjas, que yo cuide con esmero.
El manzano, donde un día yo jugué hoy juegas con tu hijo, mi nieto, recuérdale que un día tu saltabas por las mismas ramas, bajo mi atenta mirada
Vete a la playa, juega con el mar, es la misma agua que un día disfrutaba mi cuerpo.
Esta vieja estilográfica, con ella escribí lindos poemas, hoy puedes dársela a tu hijo, tal vez la pluma le ayude a construir similares poemas del abuelo.
Estos libros que hoy lees, pasas página a página, ahí estuvieron mis manos y mis ojos, acarícialos, cuídalos como yo los cuide.
No solo viviré en los recuerdos, en las memorias, estaré en cada rincón de la casa, este sofá que soportaba mi siesta, y ahora la tuya, este plato, estos cubiertos.
Porque mi alma, esta echa de trocitos de alma, esa arboleda, esa plaza, aquel banco, esos escritos, paridos con sentimientos.
Soy la sonrisa de un recuerdo, la palabra que guardas en la memoria, esas fotos que tú puedes darles vida, soy tus memorias, la palabra no olvidada, en cada lugar que quieras verme allí estaré, soy como agua de río, estoy aquí mañana allí.
Cuida la tierra que te dejo, la tierra es vida, fue regada con lagrimas, unas de dolor, otras de alegría y carcajadas.
Sois consecuencia, de un acto de amor.
Y estaré allí donde quieras verme.