Colgar un muñeco delante de la sede socialista, decir que representa al presidente del Gobierno y celebrar la nochevieja apaleándolo es una acción grotesca, repugnante e indigna que envilece a sus autores.
Pero que el PSOE aproveche este hecho detestable protagonizado por fanáticos de las juventudes de Vox y lo utilice para implicar al jefe de la oposición -y su partido- como si fuera el organizador del acto, además de ridículo, es uno de los mayores ejemplos de intento de manipulación de la opinión pública.
En las hemerotecas se encuentran aquelarres similares de los últimos años. Ahí están la quema de la bandera, de fotos del Rey y su figura decapitada; un muñeco de Rajoy colgado por los mineros de Asturias y su cabeza guillotinada por las Juventudes Socialistas; muñecos de Ayuso y Abascal apaleados en un acto apoyado por Igualdad; los escraches a Rosa Díez, Soraya Sáez de Santamaría, Cristina Cifuentes…
Estos casos y más no merecieron ni una palabra de condena del portavoz socialista, ni de conmilitones de su partido, ni de los socios que apoyan al Gobierno. El mismo portavoz dice que “ya está bien de sobreactuar y de tratar al adversario como enemigo”, y tiene razón. Pero debería aplicarse el dicho y parar su maquinaria de propaganda y manipulación para culpar siempre al otro de hechos que le son ajenos o de la crispación y polarización.
El PSOE acaba de denunciar en la Fiscalía la tunda al muñeco y, dice el escritor Daniel Gascón, que un portavoz del partido en el Senado asegura que “Es de lo más grave que hemos vivido en nuestra historia reciente”. Hay que tener muy mala memoria para considerar más grave apalear a un monigote que el azote del terrorismo de Eta que dejó más de 800 víctimas; o que ciudadanos constitucionalistas sean hostigados por los independentistas; o el asalto a la Constitución con la declaración de independencia; o que el Gobierno sea rehén de los votos que controlan un delincuente, un ex terrorista y un fugado de la justicia; o que el partido del Gobierno apoye despenalizar las injurias al Rey y el enaltecimiento del terrorismo…
En la política española impera la ley del embudo. Cuando el apaleado es de los nuestros hay ¡delito de odio!. Cuando zurran al adversario ¡es libertad de expresión!. Todo es del color del cristal con que se mira, decía don Ramón de Campoamor. Las opiniones y juicios de valor sobre los mismos hechos están determinados por la visión ideológica, que es subjetiva, parcial e interesada. Es el doble rasero que desfigura la realidad. En este caso, el relato oficial consiguió desviar la atención de la amnistía a los delincuentes, inconcebible en todas las democracia, y de los pactos vergonzosos con sus socios. Objetivo cumplido.
“Palabra de Rei”. Xulio Xiz
En foto de hai 48 anos podemos ver ao bispo de Lugo, Ona de Echave, asperxendo a Juan Carlos e Sofía, Reis, na porta norte da Catedral de Lugo, ante a mirada atenta de José Ferro. Eran tempos nos que “palabra de Rei” significaba firmeza nos tratos das...