El “Teniente Colombo”, aquel detective de homicidios de la policía de Los Ángeles que encarnó el actor Peter Falk, estuvo en pantalla en los años setenta y cautivó a un grupo numeroso y heterogéneo de espectadores.
Este policía que casi siempre aparecía con cara de despistado y conducía un coche medio destartalado, cautivaba por su voz ronca, vestimenta estrafalaria, con la gabardina vieja como icono, y sobre todo por su forma de llevar la investigación de los crímenes descubriendo al criminal gracias a un detalle menor o a un descuido del propio asesino.
También cautivaba por su gran intuición. Una vez que descubría quien era el culpable no le dejaba ni un segundo, fingía que se retiraba del caso y volvía de nuevo con su coletilla de siempre: “Una cosa más…” detrás de la cual venía una tormenta de preguntas siempre incómodas para los sospechosos.
Me acordé mucho de este detective con pinta de bonachón, tímido, aparentemente olvidadizo y genial tras conocer la noticia de la detención del presunto asesino de Elisa Abruñedo diez años después de haber cometido el crimen en Cabanas, Pontedeume.
La cooperación entre instituciones fue clave en la resolución del caso. Por un lado está la investigación del equipo formado por cuatro agentes especializados de la Guardia Civil de A Coruña que recuerdan al Teniente Colombo realizando un trabajo de investigación discreto y paciente. Uno de sus méritos fue mantener la motivación durante diez años para resolver el caso.
De otro lado está la aportación de la ciencia genómica. Sin entrar en detalles técnicos, que se me escapan, y resumiendo mucho, el Instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro de la Universidad de Santiago analizó la huella genética a partir de un resto de semen y concluyó que el autor del crimen era portador de un gen propio de los pelirrojos que, además, tenía los ojos oscuros.
Estos datos centraban mucho la investigación y los cuatro agentes de la Guardia Civil, apoyados por la Unidad Central Operativa (UCO), tiraron del hilo realizando un trabajo minucioso de rastreo, análisis y cribado de muestras de personas voluntarias y sospechosas, buscando incluso estirpes familiares a partir de individuos pelirrojos en el Archivo Diocesano de Mondoñedo.
El trabajo admirable de los científicos, de los expertos forenses y de los agentes de la Guardia Civil de A Coruña que supieron combinar energía, motivación y paciencia, fueron la clave para resolver un caso difícil y complejo y llevar ante la justicia al presunto criminal, el pelirrojo de ojos oscuros. Para satisfacción de la familia, tranquilidad de los vecinos de Cabanas y de todos los ciudadanos. Ojalá tengan el mismo éxito en otros casos sin resolver en Galicia.
“Palabra de Rei”. Xulio Xiz
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