“Cuestión de tiempo”. José Antonio Constenla

05 Xaneiro 2023

Ir al gimnasio, dejar de fumar, correr una maratón, adelgazar, viajar o encontrar el amor. Todo son buenos propósitos al estrenar un nuevo año, pero la mayoría se acaban diluyendo, según una estadística de OnePoll, que afirma que seis de cada diez personas nunca llegarán a cumplirlos. Tal vez porque son pretensiones inalcanzables que requieren un cambio radical para el que en la mayoría de ocasiones, nadie está preparado. Dado que son deseos a largo plazo, que sin embargo, buscan resultados inmediatos, en su cumplimento entran en juego, tanto las expectativas como el tiempo.
El tiempo moderno se presenta desde el reproche y la carencia (“no tengo tiempo”), manifestándose como insuficiente y contándose como una limitación para el desarrollo personal. Cualquier actividad queda supeditada a estándares de rentabilidad (la dinámica propia del consumo) y a una vertiginosa y anestesiante rapidez. El reloj es el fetiche de nuestra época: lo miramos mientras comemos, en una cita, o cuando hacemos deporte. Vivimos la vida en presente continuo, donde no cabe ni la dilación ni la espera. Sin embargo, las cosas importantes suelen discurrir despacio. La generosidad, la amistad, el amor, piden y exigen de nosotros una lentitud que a veces no permitimos. No nos damos el tiempo que la vida exige. Decía Rousseau que hay que hacer caso omiso del tumulto exterior y prestar atención a nuestro mundo interior: perdernos en nosotros mismos.
Asimismo, cuando no hay tiempo para pensar, se nos empuja a elegir entre recetas y fórmulas que no precisan elaboración propia. El “do it fast” (hazlo deprisa) encierra una terrible servidumbre intelectual y emocional de la que se benefician los populismos. Así, la auténtica y más relevante batalla que hoy se libra tiene como objetivo captar, moldear y monopolizar nuestra atención. Esto está muy relacionado con el ritmo que decidimos imprimir a nuestra vida: a mayor rapidez, menor atención a lo que hacemos, lo que nos convierte en marionetas abúlicas y perezosas que se dejan llevar por los estímulos a los que se ven sometidas.
En otro orden de cosas, además, el tiempo se volatiliza cuando somos felices y por el contrario, si algo nos aburre, parece que las agujas del reloj se eternizan.
Afirmaba Einstein que “Una hora junto a una mujer en un banco del parque pasa como un minuto, pero un minuto sentado sobre una estufa caliente parece una hora”.
Como vemos, el tiempo puede ser relativo, pero lo que verdaderamente es relativo es la percepción del mismo. Sin embargo, lento o rápido, tranquilo o tormentoso, siempre deja huellas en todo y en todos. Por tanto, es urgente recuperar la capacidad para disfrutarlo, de vivir sin prisa(s), de alimentar la lentitud y encontrar tiempo para la eternidad y por supuesto también para cumplir nuestros propósitos de año nuevo.

Outros artigos

“O falar das pedras”. Luís Celeiro

O falar das pedras é moito falar. Din o que saben, o que pasaron e o que será. As pedras gardan as mensaxes do tempo, as raias dos anos, dos miles e millóns de anos e cóntannolo aos que as escoitamos, aos que as miran e as queren. Millóns de anos escribindo e deixando...

+

“Del minifundio a las permutas”. José Castro López

Una de las causas del atraso económico de Galicia fue el minifundio, la división de la propiedad rural en fincas de dimensión tan reducida que no solo dificultaba la explotación y hacía inviable su rentabilidad, también generó graves tensiones entre propietarios de...

+

Publicidade

Revista en papel

Opinión

“Un discurso real que compromete a la juventud”. Carlos Moledo

“Un discurso real que compromete a la juventud”. Carlos Moledo

Había expectación tanto en los ámbitos políticos como en el conjunto de la ciudadanía española por conocer la opinión de la Casa Real en el protocolario acto de inauguración oficial de la XV Legislatura de las Cortes Generales, ocurrida ayer en Madrid.Un interés que...