La globalizaciĆ³n es una de las caracterĆsticas fundamentales de este alterado ahora. Lo universal y genĆ©rico tiende a imponerse sobre lo local y concreto. En esta coyuntura, la respuesta inteligente, alejada de endogamias, parecerĆa la participaciĆ³n en la mundializaciĆ³n desde un posicionamiento basado en la valorizaciĆ³n de lo propio, de lo prĆ³ximo. Con un plan, una estrategia, sentido de la oportunidad y decisiĆ³n para actuar es posible obtener Ć©xito, y buena prueba de ello son fenĆ³menos mundiales como los que representan los Caminos de Santiago o Zara.
Los espectaculares cambios que afectaron a lo econĆ³mico, lo social, lo religioso o lo cultural, no auguran tregua alguna, no toleran un necesario tiempo de adaptaciĆ³n a las reformas. Estamos sometidos a una trepidante carrera en la que los avances tĆ©cnicos nos imponen su disciplina, sin ofrecernos en la prĆ”ctica capacidad para su comprensiĆ³n, asimilaciĆ³n y respuesta certera. La pandemia trastocĆ³ todos los rumbos lĆ³gicos, si los habĆa, y los tiempos de transiciĆ³n que requiere todo avance. En el nuevo escenario es inevitable encontrar nuevas lĆ³gicas, responder con prontitud, sentido comĆŗn y eficacia. Hay que renovar fĆ³rmulas caducas, es tan importante como percatarse de cuanto bueno y accesible no ponemos en valor.
Debemos entender el nuevo mundo, advertir sus posibilidades y peligros, es esencial asegurar nuestro amenazado hĆ”bitat de confort. Para ello hemos de reflexionar acerca de las oportunidades que permanecen distraĆdas en un mundo colapsado por las cosas, las pantallas, la informaciĆ³n, la competencia, las ansiedades, la dejadez, la acomodaciĆ³n y el consumismo.
Un buen ejemplo: Por razones histĆ³ricas, en el entorno cultural hispano, lo mediterrĆ”neo ha disfrutado de profundas ventajas frente a lo atlĆ”ntico. El Levante ha sido escenario de acontecimientos decisivos debido al asentamiento de las culturas mĆ”s trascendentes, que le han otorgado una importancia singular con consecuencias decisivas para el Ć”rea. Desde una perspectiva marquetiniana, podrĆa decirse que el hijo ha superado al padre. QuizĆ”s ello se deba tambiĆ©n a que nadie ha sido capaz de formular el atlantismo como fĆ³rmula estratĆ©gica y eficaz mĆ”s allĆ” de la industria de defensa o en limitadas acciones coyunturales en la cultura o en Ć”mbitos minoritarios.
Como se ha escrito de manera profusa, el mar MediterrĆ”neo une Europa, Asia y Ćfrica, es el mar de Grecia y Roma, el de los judĆos, catĆ³licos y Ć”rabes. Ha sido y es un espacio de encuentros y conflictos entre las grandes civilizaciones. Su pasar lo conforman mĆŗltiples historias de fastuosas culturas, ciudades legendarias, grandiosas batallas, conquistas y derrotas, imperios esplĆ©ndidos y soterrados, monumentos colosales, filosofĆas y religiones consoladoras.
El fenĆ³meno atlĆ”ntico – en sentido estricto-, como referente de debate intelectual, estuvo presente sĆ, pero a mi parecer de manera insuficiente. No se ha llegado a afirmar una eficaz teorĆa de lo que ha supuesto el ocĆ©ano que nos llevĆ³ hasta la era moderna. De unas aguas que nos unen con Europa, con el mundo sajĆ³n, franco, normando, vikingo, teutĆ³n, ruso, etc.; con Ćfrica, con todos sus coloristas matices; con la AmĆ©rica diversa: maya, azteca, etc.; y hasta con los Polos. Un microcosmos que conforma un haz mestizo, pluricultural, Ćŗnico en la historia y tambiĆ©n en las posibilidades de presente y de futuro. El MediterrĆ”neo tiene una mejor marca, pero solo es una pequeƱa porciĆ³n, casi una gota, de un ocĆ©ano.
Estoy persuadido de que el atlantismo estĆ” llamado a consolidar un Ć”rea con una funcionalidad econĆ³mico-social que supondrĆ” la Ćŗnica oposiciĆ³n posible a la pujanza de los dragones asiĆ”ticos. Esta construcciĆ³n ha de tener como base aspectos como geografĆa, economĆa, historia, comunicaciones, turismo, costumbres, etc. Ese uno de los grandes retos pendientes para la UE, para cada uno de sus estados y para los gobiernos locales.
En este escueto bosquejo de posibilidades mĆŗltiples, Galicia deberĆa encontrar una oportunidad de liderazgo, de protagonismo en vanguardia, de punto de encuentro en la encrucijada, como eje dinamizador de un nuevo fenĆ³meno de pensamiento y acciĆ³n que hay que estimular desde sus tres universidades.
Existe una melancolĆa de lo atlĆ”ntico con sus riberas difusas y una cultura comĆŗn y hermosa, democrĆ”tica, decisiva. La posibilidad es bella. Hay que renacer entre las ruinas, hermosas pero ruinas al fin, que acogieron la historia mĆ”s brutal pero tambiĆ©n la mĆ”s civilizada. Esa es una de las posibilidades que hay que poner en valor.