Pasaron ya muchos aƱos desde que aquellos primeros atuneros con pabellĆ³n ruso y nombres en caracteres cirĆlicos, atracaron por primera vez en nuestro puerto. Unos y otros descubrimos entonces una realidad que hasta entonces solo conocĆan aquellos que por avatares del destino ,navegaron en flotas que tocaban los siempre hermĆ©ticos puertos soviĆ©ticos. Pero aquĆ, y tal como dice el tĆ³pico, el mar lejos de separar, une a los personajes mĆ”s variopintos. Los rusos resultaron ser mĆ”s sociables de lo que imaginamos, y pronto se puso de manifiesto que esas normas de trueque rompen cualquier traba que se derive de las complicaciones propias del idioma. Muchos se llevaron a sus casas o bares, atunes del tamaƱo de un torpedo. A cambio, los eslavos se hacĆan con joyas tan curiosas como un saco de limones o botellas de nuestros vinos y licores. Recuerdo a un amigo que gracias a esos cambalaches me enseƱaba su nuevo reloj, donde gracias a la similitud entre su alfabeto y el griego, podĆa leerse “SpectrĆ³metro”. O el comentario que un jefe de mĆ”quinas de Odessa le hizo al farmacĆ©utico cuando este le preguntĆ³ si habĆa algĆŗn herido en la tripulaciĆ³n al ver como se llevaba varias garrafas de alcohol 96. BastĆ³ el gesto del dedo pulgar apuntando a la boca y una carcajada.
Cierto que no todo fue armonĆa. Creo que algunos recordarĆ”n aquel barco, cuyo oxido extremo no podĆa disimular la pintura gris camuflaje, que la compaƱĆa dejĆ³ abandonado junto a su tripulaciĆ³n y como a varios de ellos hubo de asistirles el pĆ”rroco a travĆ©s de CĆ”ritas, para que tuvieran comida, ropa y alojamiento hasta que fue posible su repatriaciĆ³n. Y otros, que una vez se les subĆa a la cabeza el “metĆlico” creĆan que cualquier local del puerto era idĆ³neo para montar un octĆ”gono de la UFC. En cualquier caso, hay que agradecer que estos Ćŗltimos fueran los menos. Y todo esto viene a cuento a raĆz de la tensiĆ³n que en estos momentos se vive entre este y oeste por la mĆ”s que previsible invasiĆ³n de Ucrania a manos del EjĆ©rcito Ruso.
Se escuchan voces que hablan de equidistancia,cuando no de abierta simpatĆa hacia MoscĆŗ. Y es entonces cuando creo que antes de diluir responsabilidad o voltear la carga de la prueba,serĆa conveniente recodar ciertos detalles. En 2004,el primer ministro Yushenko,sufriĆ³ un intento de envenenamiento con dioxina. Un atentado que,aĆŗn teniendo Ć©xito parcial,tenĆa como fin minar el acercamiento de Kiev a Occidente en favor del candidato prorruso. Este, acabĆ³ alcanzando el poder por vĆa de las urnas a pesar de las denuncias de fraude,y de golpe y plumazo,desaparecieron de los archivos sus antecedentes criminales,acumulados entre 1967 y 1978. Y es que se ve que a Yanukovich le iba bien teniendo un amigo como Putin. El mismo que en 2013, en la mĆ”s pura dinĆ”mica estalinista,ordenĆ³ a su bufĆ³n romper el acuerdo de adhesiĆ³n a la UE. Si a ello sumamos la invasiĆ³n de Crimea y la cuenca del Donest,normal que los ucranianos estĆ©n mosqueados al saber que hay cien mil soldados rusos a pocos kilĆ³metros de sus fronteras.AsĆ que eso de que la OTAN es tan culpable como el nuevo Zar es, cuando menos, dudoso.
Porque Putin, a pesar de los aƱos, no olvida que era coronel del KGB y prueba de ello es que sigue caminando como si llevase una Makarov adosada a su cintura en una funda de extracciĆ³n rĆ”pida. Y quizĆ” por eso, su nombre aparece relacionado con casos tan oscuros como el del asesinato de Anna Politovskaya, Alexander Litvinenko o Skypral. La periodista investigaba los atentados que justificaron la invasiĆ³n de Chechenia, mientras que los otros dos, eran antiguos agentes de inteligencia envenenados con Polonio 210 y Novichok.
Con tales antecedentes,y si yo fuera ucraniano, tambiĆ©n estarĆa mĆ”s que preocupado.
No sĆ© como acabarĆ” esto, pero espero sinceramente que se produzca una desescalada. Y aunque no creo que sirva de mucho, tal vez serĆa interesante que nuestras autoridades locales enviasen una invitaciĆ³n formal al amo del Kremlin. Puede que los aires barbanzanos le sentasen bien y se recuperase parte de aquella entente que se viviĆ³ con los atuneros del Mar Negro que llegaron en los 90.