“El Mundo necesita la Cuaresma” – José Antonio Constenla

10 Marzo 2025

El término Cuaresma proviene del latín “Quadragesima” y significa cuarenta y se refiere a los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto, durante los cuales fue tentado por el Diablo.

Nuestra vida precisa de vez en cuando de una revisión, porque no siempre las cosas van bien. Necesitamos acudir a la “ITV” para ponernos a punto. Igual que un barco deja de navegar unos días para poder hacerle una limpieza y revisión completa en los astilleros, nosotros tenemos estos días la oportunidad de hacer lo propio para reflexionar sin presiones exteriores y aprestarnos a “convertir” nuestros defectos, malos hábitos y conductas inapropiadas, en una lucha por adquirir los valores o virtudes que nos transformen en personas más justas, amables y positivas. Esto es precisamente lo que hacemos en Cuaresma.

La palabra que mejor la define es “conversión”, vuelta a lo esencial y primero, a lo que es lo verdadero. Benedicto XVI nos decía que “Conversión es ir contracorriente donde la “corriente” es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio, que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal o en todo caso prisioneros de la mediocridad moral”.

La Cuaresma es el momento ideal para reflexionar sobre nuestra vulnerabilidad y la esperanza de una vida nueva. Cambiar, renovarnos como personas y como sociedad. Es mirar lo que nos rodea alejado de nuestro “ego” y darnos cuenta que este mundo no siempre se encamina hacia el bien.

Aquí podríamos preguntarnos, ¿El hombre de hoy es más perverso, cruel y corrompido que el de hace dos mil años? Yo diría que no, porque la mente y el corazón del hombre siempre han estado sometido a las presiones del poder, de las aberraciones sexuales, o de las ambiciones desmedidas que le terminan corrompiendo para hacer del becerro de oro su dios universal. Lo verdaderamente relevante es que todos tenemos la oportunidad durante estos cuarenta días, de hacer un parón y preguntarnos si de verdad queremos contribuir a pacificar los ánimos, a dar ejemplos de honestidad intelectual y profesional, o a contribuir a que la sociedad sea más justa.

El mundo y la Sociedad contemporánea también necesitan de la Cuaresma porque como decía Kant, tiene que atreverse a pensar. Pascal, el filósofo francés, ya decía que “el mal más grave del hombre de nuestro tiempo es que es incapaz de estar media hora a solas en su habitación”.

El ruido de fondo es nuestra excusa para evitar tener que pensar. Sin embargo, cuando lo hacemos, todo se ve más claramente. La vida que antes era plana, gana en altura y adquiere perspectiva. Pararse a pensar un poco todos los días cambia la manera de estar en el mundo.

Hannah Arendt, la filósofa alemana residente en EEUU, fue enviada a Jerusalén por la revista cultural The New Yorker para cubrir el juicio al nazi Adolf Eichmann. Lo que le impresionó especialmente fue que quería a su mujer, a sus hijos y que no era un monstruo, sino más bien un burócrata que quería trepar en las SS. Envió a cientos de miles de judíos a campos de exterminio, porque había renunciado a pensar por su cuenta y sólo obedecía órdenes: “hice lo que hacían todos”.

Tras la cuarentena cuaresmal todos hemos de salir más sensibles a los sufrimientos del mundo, sin quedar indiferentes ni pasar de largo ante cada persona. La Cuaresma nos ayudará a transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.

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