UGT y CC.OO estaban hibernados y despertaron el domingo con la convocatoria de
manifestaciones contra la oposición, sobre todo contra el Partido Popular por votar NO
al decreto “ómnibus”, y las mantuvieron después de que esta formación anunciase el SI
a la subida de las pensiones, la bonificación al transporte y las ayudas para Valencia,
tras el troceo de aquel decreto por el Gobierno.
Los sindicatos tienen como misión principal la defensa de los derechos e intereses de
los trabajadores, negociando las mejores condiciones laborales, salariales y sociales y
vigilar las demás políticas del Gobierno que inciden y determinan la vida de los
ciudadanos. Son o deben ser el contrapeso frente al gobierno y los empresarios para
garantizar que se respeten los derechos y la calidad de vida de los asalariados.
Es otra obviedad decir que los sindicatos pueden manifestarse cuando y contra quien
estimen oportuno, pero lo normal y habitual es que lo hagan contra el gobierno, que es
el responsable de implementar las políticas laborales y sociales del país. Cuando los
sindicatos se movilizan contra la oposición, que no está en el poder y no gobierna,
pierden el foco de su verdadera misión sindical y se alinean con el Gobierno. Es el
mundo sindical al revés.
Pero esta alineación tiene su explicación. Este Ejecutivo los necesita y utiliza como
arietes contra la oposición y los empresarios y desde 2018, dice el politólogo José A.
Zarzalejos, el Gobierno de Sánchez aumentó en un 263% la financiación de los
sindicatos respecto del mandato de Rajoy. Recibieron 114 millones de euros de
financiación pública, los últimos 32 millones en diciembre. En paralelo, la
vicepresidenta Díaz subvencionó con 4,5 millones la reforma del edificio de UGT, que
también recibió fondos europeos para este fin.
Por eso, ahora están callados en las reivindicaciones frente a las políticas
gubernamentales, lo que les desacredita y desprestigia. Por otra parte, su fuerza es más
retórica que real porque solo están afiliados uno de cada cinco trabajadores, el 21% de
la población activa. Por tanto, tampoco extraña el fracaso de las movilizaciones del
domingo convocadas para apoyar la línea argumental del Gobierno de “frenar a la
derecha y ultraderecha”. Fue una jornada aciaga para su reputación, hicieron el ridículo
y fracasaron en todas las concentraciones.
A los líderes actuales les falta la coherencia de Nicolás Redondo que montó una huelga
al gobierno de Felipe González y dejó la militancia en el PSOE para mantener la
independencia de criterio en defensa de los trabajadores. Por eso, la gente no les cree,
los ve como burócratas subvencionados por el Gobierno para su ofensiva de
descalificaciones, insultos y provocaciones contra la oposición, singularmente contra el
Partido Popular. Así se prostituyen entidades esenciales en democracia.
“Adivinado la profesión”. Manuel Dominguez
Cierto día un residente y yo nos trasladamos a la capital del imperio, es decir Madrid. Un placentero viaje en tren Al acercarnos a Castilla un hermoso manto de oro embellecía el paisaje, es decir campos de trigo, que tocaban el cielo, hermoso paisaje. Mas allá, me...