
Tu padre, tu hijo o hija, tu esposa, o tu hermano, o tu cuñado.
No lo digo por mal, ya sabes.
¿Es que en tu casa no tenéis espejo?
Cuando quieras argumentar, o filosofar sobre algún tema, en lugar de señalar, a personas que no conoces, porque no filosofas sobre ti, o tus ancestros o descendientes en el supuesto te lo permitan.
Mejor aún, porque no te miras al espejo y te pones tú mismo de ejemplo, que para estos menesteres tienes mucho que aportar.
Es cómodo y placentero, de forma irresponsable, echar la lengua a pastar sobre personas que no conocemos.
Despotricar, cuando la realidad es que uno solo se puede ver, esa es la realidad en espejos cóncavos o convexos.
La realidad es cruel.
El jorobado no puede ver su propia joroba, se regodea, se afana, en que los demás no podemos ver nuestras propias orejas.
Como dice el refrán. Mal de unos, consuelo de bobos.
Se regodean en su propia bobicie, mientras hablo de di no hablo de mí.
La corteza cerebral, también llamada materia gris, cundo escasea hace que uno se mire para el ombligo, y sea crea el rey del mambo.
Estoy hasta los mismísimos alveolos, de la gente que canta las verdades al viento sin ánimo de ofender, de las personas que dicen la verdad en la cara, porque son muy sinceros.
Cuando tiene los dientes afilados, como navajas de Albacete, cuando en su trasero, llevan una corcova llena de miserias.
En fin, buen fin de semana