“La hemeroteca y la realidad”. José Castro López

09 Outubro 2024

Circula por la red una intervención del presidente del Gobierno en el Parlamento que
debió producirse cuando intentaba acordar la formación de Gobierno con Ciudadanos –
las cámaras captaron a Rivera y Girauta en actitud de aprobación a su discurso-, del que
reproduzco unos fragmentos:
“Señorías, la regeneración democrática también consiste en mejorar la calidad de las
instituciones e impulsar reformas para reforzar nuestros derechos y nuestras libertades.
En este sentido me gustaría anunciarles lo siguiente: en el acuerdo viene incorporado un
compromiso en el nombramiento de los cargos de designación parlamentaria, desde los
miembros del Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el
Consejo de Seguridad Nuclear, la CNMV, hasta la elección de la presidencia y el
consejo de RTVE”.
“En estos y otros casos debe primer, y este es mi convencimiento y mi compromiso ante
esta Cámara, señorías, la independencia, la profesionalidad y la imparcialidad de los
candidatos y candidatas. Que lo vamos hacer a través de una convocatoria pública,
evaluación de competencia e idoneidad de los candidatos y candidatas por un comité
asesor de composición profesional, la publicidad de los informes de evaluación,
sesiones de audiencia en las comisiones del Parlamento y aprobación de la mayoría de
las Cámaras”.
“Me comprometo, además, señorías a llevar esta revolución al nombramiento de cargos
de designación por el Gobierno, como la Fiscalía General del Estado o el Gobernador
del Banco de España”.
¿Dónde hay que firmar? Esta intervención era todo un programa de “regeneración
democrática”. Pero la realidad de la vida política de España es muy distinta porque “la
regeneración real” impulsada por el Gobierno se sustenta en cesiones al
independentismo, en difamar a los jueces, acosar a la prensa, colonizar todas las
instituciones del Estado -la última, el Banco de España-, colocar a amiguetes sin perfil
profesional en las empresas públicas y culpar a la oposición de todos los males.
¿Cómo se explica el “cambio de opinión” del presidente desde aquella intervención
modélica al deterioro actual de la democracia? Degenerando, diría el torero Juan
Belmonte. Pero The Economist daba una respuesta hace unos días con un titular
inmisericorde: “Pedro Sánchez se aferra al cargo a costa de la democracia española”. El
prestigioso medio británico reproduce sus palabras “gobernaré con o sin ayuda del
legislativo” y añade que “ha dejado de lado sus propios principios, es un gran
superviviente de la política europea, un astuto y despiadado…”. También critica la ley
de amnistía y considera el pacto fiscal con Cataluña como una reforma constitucional
por la puerta de atrás.
Esta es la realidad que, contrastada con la hemeroteca cruel, desmiente las promesas y
compromisos del presidente. Y pone en duda su talante democrático.

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