Es un espectáculo lamentable que los dos partidos mayoritarios, socialistas y populares,
se enzarcen en acusaciones por la inmigración. ¿Por qué no acuerdan una estrategia de
Estado para abordar este problema tan serio sobre el que los dirigentes de ambos
partidos en el fondo piensan lo mismo?
Mientras los políticos se zurran y se contradicen, el hecho cierto es que ya están en
España miles de inmigrantes que colapsan Canarias y Ceuta y ante esa avalanchas, que
seguirán llegando, da la impresión que la única política de Estado para es aliviar a estas
dos comunidades repartiendo inmigrantes, menores y mayores, entre las demás
autonomías.
Está claro que, una vez que llegan a España, solo caben dos actuaciones. Deportarlos
cuando sea posible o acogerlos en este nuevo destino, lo que requiere trazar para ellos
un “plan de vida” para integrar en la sociedad a todos los que reúnan los requisitos
mínimos exigidos. La pregunta es pertinente: ¿Qué “planes de vida” hay diseñados para
estos chicos que huyeron de la guerra, de la violencia o de la falta de oportunidades y
emprendieron un viaje peligroso en busca de una vida mejor en España y Europa?.
La acogida, además de apoyo sicológico que les ayude a enfrentarse a los desafíos de
una sociedad, a veces hostil y casi siempre indiferente, debe incluir un plan de
formación, que es la base de su desarrollo personal y profesional para que puedan
trabajar, que es lo que ellos buscan y lo que las empresas españolas y gallegas necesitan.
Como ellos quieren trabajar y las empresas ofrecen empleos, los Gobiernos central y
autonómicos deberían superar burocracias, agilizar trámites administrativos y organizar
ese “plan de formación profesional exprés”, similar a aquellas Escuelas de Formación
Profesional Acelerada de los años sesenta del siglo pasado, para enseñarles en seis
meses los oficios de albañil, pintor, soldador, electricista, fontanero, informática
elemental, jardinero y otras profesiones, según las demandas de las empresas, que les
capacitan para ingresar en el mercado laboral.
Hay que ayudar a estos jóvenes a construir una vida digna y plena. Con el apoyo
adecuado, pueden convertirse en ciudadanos que enriquecen esta sociedad que los acoge
y, a su vez, cumplir los sueños que los motivaron a arriesgarlo todo en busca de una
oportunidad.
Aparcarlos en Mondaríz, Monterroso, Becerreá, Sarria, Sanxenxo o Monte do Gozo y
en otras comunidades no es la solución. Son demasiados brazos caídos, muchas cabezas
pensando y, probablemente, más de un desalmado intentará aprovecharse de su ardiente
vitalidad para captarlos para actividades nada nobles.
Sin no hay una orientación clara para sus vidas, pueden quedar atrapados en la
marginalidad, en la exclusión social y en la vulnerabilidad económica y mental. Además
de ser una carga improductiva para el Estado.
“Emerxencia social” – José Manuel Pena
Segundo o último informe do Consello Xeral do Poder Xudicial (CGPJ) e os datos do Instituto Nacional de Estatística (INE), entre os meses de abril e xuño do ano en curso, executáronse 5.874 desafiuzamentos por falta de pagamentos de alugueiro e uns 469 por execucións...